lunes, 18 de enero de 2010
Metamorfosis en India
Otro indicador del cambio que está ocurriendo es el uso cada vez mayor de las píldoras del “día después” y sus anuncios públicos, tal como reporta el Washington Post del 2 de enero de 2010. De nuevo, probablemente indica decisiones tomadas por mujeres individualmente y un aumento de la permisividad en una población cuyo 75 por ciento es menor de 35 años, y, por lo tanto, con una gran predisposición al cambio.
La industria cinematográfica de la India producía casi exclusivamente para un público familiar. Hasta las escenas de besos brillaban por su ausencia. Pues bien, en el 2009 el cambio fue evidente. El 70 por ciento de las películas producidas fue definido como “adulto”, lo cual refleja una industria cinematográfica que cruza fronteras en temas de sexualidad, violencia y uso del lenguaje, como analiza La Repubblica.it del 1.° de enero de 2010. Una redefinición de aquello que es aceptable presentado frente a nuestros propios ojos por la industria del cine.
Finalmente, cabe recordar la popularidad de la autora Ayn Rand, quien representa la máxima reivindicación del individualismo y es, por lo tanto, la antítesis perfecta del colectivismo de la India ( Foreign Policy , noviembre-diciembre del 2009).
Cambios profundos. Es frecuente encontrar artículos sobre el surgimiento de la India como una superpotencia económica, donde un solo dato ilustra su impacto global. Si bien todavía un 70% de la población subsiste con dos dólares estadounidenses diarios, su clase media es mayor a toda la población de Estados Unidos. Pero como lo ilustran los comentarios anteriores, la metamorfosis es de mucho mayor alcance.
En este sentido, cabe recordar que en Occidente el surgimiento del individualismo, el liberalismo y el capitalismo, fueron precedidos por el surgimiento de las clases medias y significó la transformación de las nociones del individuo y de la identidad social. Eso es precisamente lo que se evidencia en la India. En términos de Erich Fromm ( El miedo a la libertad ), la transformación económica europea permitió “al hombre ser dueño de su propio destino”. La autonomía económica permitió contemplar la autonomía política y filosófica. Ese fue el tránsito del feudalismo a la modernidad.
En India podemos ser observadores “en tiempo real” de la transición hacia la modernidad en la mayor democracia del mundo y en el marco de una cultura milenaria, que afecta y será afectada por la definición de modernidad. Muchos argumentan que es un proceso de pérdida de la identidad cultural y de sus principios éticos. La realidad es mucho más compleja. El individualismo y sus fuerzas creadoras en lo económico, social y cultural y de reivindicación de la dignidad de las mujeres, están intrínsecamente vinculadas con la modernidad. Pero la respuesta de la India será única, a partir de su gran cultura y de su apreciación de lo colectivo.
Concluyamos con Shakespeare que “todo el mundo es un escenario. Y todos los hombres y mujeres son meramente actores”.
En el mundo globalizado del siglo XXI aparecieron nuevos actores que vinieron a cambiar el escenario mismo.
La Nación, 8 de enero, 2010
sábado, 10 de octubre de 2009
Choque de estados-civilización
La modernidad es hija de Europa, de su Renacimiento, de su cultura y su filosofía, su transformación económica y del surgimiento del estado-nación. La globalización (interconexión transfronteriza de mercados e información) lleva el sello europeo. Está impregnada de la visión secular, liberal y consumista de la cultura occidental.
Esta visión despierta dudas legítimas. El consumismo es una respuesta limitada a interrogaciones más profundas, particularmente si se le percibe como asociada al ateísmo y a una pérdida de valores morales. La respuesta-rechazo más traumática ha sido el retorno a la teología violenta Wahabí del siglo XVIII, entre cuyos seguidores contemporáneos se encuentra Bin Laden.
En general, la globalización de sello occidental plantea un gran desafío para los estados-civilización. Estos son aquellos que cuentan con una cultura milenaria. Para estas culturas la respuesta occidental puede valorarse como superficial e incompleta. Su incorporación a la modernidad y al mundo globalizado no puede ser como un estado-nación más. Su civilización debe incorporar la modernidad con algún grado de consistencia cultural, ética y política.
Un caso interesante de un estado-civilización moderno es Japón. Reaccionó a su derrota en la Segunda Guerra Mundial con una decisión competitiva. Competir con occidente en materia de innovación tecnológica y una modernización agrícola e industrial acelerada. Se reconstruyeron a sí mismos en una versión única de la modernidad, la cual responde a tradiciones y valores propios. Su modelo político dista de la democracia liberal y su organización económica tampoco sigue el modelo liberal occidental. Interesante sincretismo que amerita más análisis.
En la actualidad, dos nuevas civilizaciones se incorporan al mundo globalizado, pero estas tienen capacidad de cambiar al mundo. Las milenarias culturas india y china trasladarán el polo magnético globalizado hacia el este. Su peso demográfico y, eventualmente, económico, hacen este resultado inevitable. Son verdaderas civilizaciones con capacidad de poner en perspectiva la propuesta de occidente hija del Renacimiento europeo.
Los siglos XIX y XX fueron dominados por la expansión de la civilización europea, su cúspide dominada en las últimas décadas por Estado Unidos, que no representa una ruptura con Europa. En el siglo XXI el eje se trasladará paulatinamente hacia el este con una ruptura del predominio casi absoluto de la civilización europea. Apenas se esbozan algunos elementos de los cambios a materializarse, a estas alturas casi como especulación analítica. Sus raíces filosóficas y religiosas son ajenas al judeo-cristianismo y a la secularización posterior. Tienen distintas concepciones del tiempo, de la armonía y de lo colectivo. Pero bienvenida sea la diversidad, siempre y cuando no haya regresiones en lo que se refiere a las grandes contribuciones de occidente, particularmente en cuanto a libertad e igualdad y ciencias, y ojalá aportando en lo referido al desafío de darle un mayor sentido a la existencia.
Latinoamérica no tiene choque de civilizaciones con occidente, pero sigue sin responder adecuadamente al desafío de la modernidad.
La Nación 23 de septiembre de 2009
lunes, 7 de septiembre de 2009
¿Somos todos keynesianos?
- Desvelo por los desequilibrios globales
Un rayo de esperanza
- Diagnóstico y acciones acertadas